ROMPERLO TODO

“Los hombres temen que las mujeres se rían de ellos. Las mujeres temen que los hombres las asesinen” Margaret Atwood



Nosotras vamos a seguir rompiéndolo todo, poco a poco, con el ímpetu que nos siembran a través del odio que insisten en convocar. Atesoramos paciencia para que la ira nos crezca transformándolo todo en arte, indestructible, infranqueable, como nuestras creencias. Romperemos todo lo que nos detenga, seremos un muro de espinas, donde sus desechos, su ego y su odio ya no van a permanecer sobre nosotras. Seremos los árboles que afianzan muy bien sus raíces debajo de la tierra, seremos esas torres esperando la guerra que siguen alentando, pero no nos van a derribar más. Los cañones estarán dispuestos, dispararán cascadas de agua y limpiarán toda la sangre que sus inseguridades han dejado en las comunidades, en los campos y en las ciudades. Han dejado millones de cadáveres. Cada dedo, cada pierna, cada vientre, cada cuello tasajeado tendrá justicia.  Desde ahí, fuertes, en absoluta paz, comenzaremos a cortar la hiedra que nos habita sin autorización, que va creciendo y atando nuestros pies para dejarnos acalambradas y luego se anuda en nuestra ingle para preparar más heridas que suben a carcomer nuestra vagina, nuestra cintura. Ahí se apilan ramas secas y se amarran para sofocarnos y poder subir al pecho y estrujarlo, dando espacio para exprimir los senos, pellizcarlos y dejarlos tatuados en forma de dientes, hasta ahorcarnos para dejarnos sin aliento, sin voz, pactando con los moretones que nos dejan en el cuello, los brazos, y las costillas rotas. Esa planta trepadora prospera aunque parezca no tener vida, es ustedes,  pero la vamos a rematar antes que nos ate completamente para que no pensemos, no hagamos, no mandemos, no escribamos, no rompamos nada. Romperemos todo. Seremos inmunes. 

Creceremos tanto cada vez, que no van a poder callarnos, amenazarnos, ni culparnos de violencia o locura, porque seremos un ejército de mujeres decididas lanzando los platos con los que los alimentamos, hacia las paredes donde reinan los dolores, e irán volando directo hacia cada ranura de cemento donde han estallado nuestras cabezas y se irán rompiendo todas las mentiras, todos los pactos, todas las complicidades que nos han mutilado la alegría y las ganas de vivir.  Caerán los pedazos de todo el horror, sonarán, será una fiesta de ruidos agudos y molestos. Incómodos. Cada resto de vidrio les cortará el paso y no podrán alcanzarnos. Estaremos entrelazadas frente a esos murales donde hemos visto la impunidad carcajearse con golpes de pecho y palmaditas de aprobación. 

Juntas tiraremos piedras a las montañas, y todo se moverá, serán tantas que se harán ecos, y todo lo que nos deben se repetirá millones de veces. El ruido, de nuevo, hará que todo retumbe y la lava de los volcanes irá quemando todo lo que nos ha ahorcado, nalgueado, tocado, violado, gritado, minimizado, pisoteado y reducido a pedazos alguna vez. 

Derribaremos los muros que los protegen, a patadas, sin tregua, con la congruencia de los gritos de basta, de auxilio, de paz. Seremos hábiles, cada día nos entrenamos más, y daremos puñetazos a las almohadas que han guardado nuestros ahogos, con las que nos han asfixiado hasta dejarnos tiesas. Las romperemos, con cuchillos afilados, esos que entierran en nuestras caras, mientras nos dicen “cabrona hija de puta”, los mismos que nos entierran en el vientre, en la vagina cuando nos gritan “¿Quién manda aquí mamacita?”. Volarán las plumas mojadas con nuestras lágrimas y serán el mensaje que llegará a sus reinos de aire y les hará entender los motivos de una guerra que siguen acordando. Todo volará hacia ustedes. Romperemos todo. 

Gobiernen sus tronos de azúcar, no permitiremos que en nuestro nombre vuelvan a ganar ninguna batalla, casi todas han sido nuestras. Con nuestras manos aramos y sembramos  la tierra que los alimenta. No nos robarán el aliento, ni a nuestros hijos, ni nuestros ríos y caudales. No usarán nuestros cuidados y nuestras municiones para ir a las contiendas solos. No volverán a declamar sin nosotras, no volverán a atribuirse ninguna victoria más. No nos usarán para fines políticos, no fingirán  que nos defienden en asambleas, no comprarán nuestros votos con un comal y unos trapos que siempre estarán llenos de sangre y sobras. No nos mentirán más con programas sociales que cobran nuestros dueños. No se atreverán a mostrarse en los medios como defensores de los derechos que nos niegan, no se atribuirán nuestro esfuerzo y nuestros éxitos, nunca más. 

No nos van a matar más, no nos ordenarán nada más, no nos criticarán a través de sus inseguridades, no nos sermonearán, no nos pedirán la lealtad que no nos han conferido, no nos reducirán a cuerpos, no nos invadirán ni nos empujarán, no nos amarrarán, no le pegarán a los objetos ni tirarán puertas para mostrarnos cómo van a mutilarnos mañana.  No nos comprarán con el dinero que debió ser nuestro, no nos hablarán con desdén, no nos interrumpirán, no nos mandarán a vestir cuando lo que queremos es mostrarnos desnudas y auténticas ante el mundo. No nos reconocerán en público y minimizarán en privado, no se burlarán de nuestros intentos, de nuestro empeño, de nuestra valentía, de nuestros textos, largos poemas, pinturas, esculturas, ni de la música que usamos para combatir el miedo.  No seguiremos siendo la piñata diseñada para que la destruyan a palazos en cada fecha que les demore las culpas. Carajo. 

No se crean maestros ni dueños de nada. Gobiérnense más allá de sus tamaños íntimos, no se igualen más con nuestra historia, no tienen la más peregrina idea de la culpa que nos indujeron al nacer y cómo ustedes la aplauden, no se atrevan a ser condescendientes porque romperemos todo, deténganse, no pasen, estará prohibido matar  todo lo que estamos creando. 

Romperemos todo 
Romper con todo
Romperlo todo 

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