ALARMA. Trabalengua.
Nos levantamos de la cama pensando que “Hoy” es el día y así como los alcohólicos anónimos que todos llevamos muy bien identificado en nuestro interior, pretendemos vivir UN DIA A LA VEZ. Hoy es hoy ya mañana no se, decimos. Cuan falsa premisa nos angustia porque al apagarse las luces ya estamos plantados en el futuro más inmediato del después y entonces efectuamos un ciclo eterno entre el hoy y el mañana tan falso y poco reparador que el sueño real se nos diluye cada 24 horas. Si todo este templete de ideas tuviera un cauce legítimo nuestra vida realmente valdría las 24 horas que le conferimos a ese enunciado veraniego del “Hoy”, que es realmente como un impuesto sin pagar y una deuda sin vender para liquidar “el sencillo” sobrante; “el cambio” como le dicen en mis siempre nuevas tierras mexicanas. Yo te devuelvo, tu me devuelves, yo te cambio, tu me cambias, y vamos haciendo una alcancía con esos restos cambiarios que no son más que el presente agujereado de nuestro valor más a