Concurso Cubano "Carta de Amor" 2009. Una bella patada de dibujos.


Adorado amor, mis palabras rotas para usted.
Quién fuera Nemo el Capitán, como dice la canción, para poder atravesar grandes océanos de olvido, transportarme a las más lejanas fantasías y poder callar sus manos en mi piel. Surcar mares y mares, tirándome un clavado profundo de vida, mecerme en el agua, flotar,  para no morir en esta tierra pensándole. Sin pisar, sin alcanzar el polvo que nos rodea. Al tiempo, me convertiría en Sirena y además de dirigirme sensual y astutamente por las aguas, podría aletear los recuerdos y expulsarlos al sol para que se quemen en el dorado ardiente de un oxígeno convertido en llamas.
Quién fuera unicornio, para haberme perdido ayer, lejos de su mirada, lejos de su alma, lejos de sus palabras locas y complacientes.  Lejos, muy  lejos de su mirada perdida evitando pedirme un adiós sin valentía. Volando alto, entre nubes, mirando desde arriba lo bajo que ha caído su persona, lo pequeño que podría verlo desde tan alto cielo. Ser fábula pura moviendo mi cabellera azul muy por encima de usted.
Quien fuera Picasso, para dibujar su cara tan amena, y reírme de noche con usted, comiendo sobre la cama en un juego infantil perezoso, jurando que es a mí a quien besa dulcemente, pintando en sus labios una angulada sonrisa que me diga cuánto me ama y me procura.  Para iluminar las sombras de nuestro secreto perdido y ponerle vivos colores abstractos, en cubos o circulos que le hagan olvidar las rayas estrictas de un arte convencional como su vida.
Quien fuera bailarina, para desplegar toda mi pasión en la música, al son de un ritmo que me permita desocupar mi alma de usted y de tantos desesperos infinitos. Lograr un equilibrio en puntas, pateando suave pero acertadamente su cara de lamento cruel.
Quien fuera lluvia, para caer de pedacito en pedacito en sus cabellos, mojar sus ojos,  su quijada exquisita, su cuello largo de avestruz, su ropa, sellarme en usted, quedarme en usted y secarme allí muy dentro para que cuando la tormenta arrecie yo caiga, ya limpia relavada, encima de sus zapatos, dirigiendo así su paso torpe por la mía vida.
Quién fuera Diosa, para no querer ser en su abandono quien no soy.
Suya sin querer

Comentarios

Entradas populares de este blog

El Armario

Tacones Cercanos. Matrimonios del mismo sexo.

Yo perreo sola