Tacones Cercanos. Matrimonios del mismo sexo.


Hablar del matrimonio entre personas del mismo sexo teniendo en casa al impulsor de la Ley sabe a ego y  delirio,   pero me voy a permitir desahogar lo que fuera para mi un camino poblado de sinsabores y  aciertos que de alguna manera hoy han vertido en su fuente lo propio.  


Lejos de abanderar causas y de ser “activista”, debo decir que es con este proceso con el que me convierto en “Ciudadana”, ciudadana del mundo. Recorrieron por mis venas sentidos y razones que  afirmaban lo que siempre creí sin siquiera planteármelo. Esa fue mi bandera, si así se le puede llamar.  Una bandera que  rayó en lo ingenuo, en lo poco preparada que estaba  para ver correr la sangre en un tema que los míos, desde muy niña,  sin antesalas ni laberintos, sin remilgos ni exageraciones, sin tonos fuertes ni bajos me conversaron como quien habla del pasar de un cometa. Dejaron espontáneamente en el pensamiento de esa niña un concepto sin nombre, lleno de significado, lleno de riquezas, espontáneo, sin juicio, sin piedad por nadie, sin comillas y sin signos de exclamación anulando el paso a interrogantes que se salieran de la verdad.

Nunca fui una persona que gritara sus pensamientos a diestra y siniestra, quienes me conocen saben que hablo claro pero no introduzco en el tono adjetivos mandantes, ni discursos obsesos. Soy, simplemente soy, fui y seré en ese sentido amplio de la palabra, adoradora de la autenticidad. Esa verdad la tomé prestada cuando en mi casa materna me recomendaron tomar posiciones firmes ante cualquier tema. Para mí un Matrimonio Gay es  un deseo vivo que  sin más ni más debió existir desde siempre.  Hablar de esto sin embargo, crea un diálogo permanente con los aspectos interiores, los muy francos y los oscuros, se tejen ante la idea supuestos y “repuestos” de lo que es una vida y se trata de definir el mundo, cosa que jamás he pretendido y mucho menos dentro de lo obvio que resulta indagar en las altas y bajas pasiones del ser humano.

Hablar desde el adentro dispara críticas propias y ajenas y no debo omitir que la argumentación de este tema dejó un cansancio y un grito sordo a quienes creemos en la Libertad como idea, a quienes recorremos caminos intensos, reales o imaginarios para llegar a nuestras verdades, a quienes vemos en el otro siempre una diferencia que compartir, a quienes creemos en la cara a la que le estamos expresando nuestros pensamientos,  y a quienes tenemos la disposición total y entregada de dejar una herencia a nuestros hijos que  quebrante toda posibilidad de hacerlos sentir en una cárcel innecesaria que frene sus deseos y la búsqueda incansable de la felicidad.

Diferenciar homosexuales de heterosexuales, no está contemplado en la cultura que lleva calcado mi cuerpo, nunca lo estuvo, y nunca lo estará. Sin embargo, admito que el debate era necesario. Pasar meses enteros leyendo textos, opiniones, artículos en pro y en contra fue un desafío interno muy duro pero resultó ser lo más conveniente,  y tan así  fue que trajo consigo algo más absoluto, el refuerzo de la Ley ante el mundo, y la afirmación gozosa de “nosotros” los muchos  interesados en que el debate fuera ganado. ¡Ganamos! me atrevo a decir cada día.  Sin ese debate el tema hubiera pasado huérfano ante los ojos de los  detractores, hubieran tenido oportunidad de seguir molestando las vidas ajenas y seguir justificando su odio con el lema de lo natural y lo no natural. El debate entonces se convirtió en “eje y  resultado”, imprimiéndole  un tatuaje de por vida firmado y remarcado para siempre sin oportunidad de disolverlo con nada.

Mi lucha, como le llamo, más bien fue un crecer inesperado, que no tuvo que ver  con tumbar prejuicios, para mí fue un bien espontáneo planteado en las habitaciones siempre inquietas de mi  casa en los tempranos momentos en que mi compañero de vida se disponía a hacer de una promesa la realidad.  Cuando digo ¡Ganamos! me adueño del momento sin ganas de protagonizarlo, porque el ¡Ganamos! significa un fin y un comienzo que jamás imaginé vivir en este país, mucho menos dimensioné la importancia que desde su inicio sembró en todos los países del mundo.  Y es que  esto acabó para bien, porque la lucha por los "Matrimonios del mismo sexo" se vivió de manera constante, rutinaria, como único adjetivo en una conversación, como sueño, como aspiración familiar, como desayuno, almuerzo y cena, en  espera del postre que se presentó en forma de pastel con fresas y chocolates institucionales.

Mi lucha fue ceder los tiempos al proceso, admitir dejar atrás algunos universos, muchos,  la dedicación de 24 horas en pleno para saberle a las discusiones, a los odios y comentarios del adversario, mi lucha fue mirar de frente al impulsor y escuchar de sus ojos el compromiso, los miedos y retos a los que se había sometido.  Mi reto más cruel y despiadado fue aceptar sin que me hirviese la sangre a una oposición siniestra tramando desde sus miedos no atendidos, ignorantes,   desde púlpitos y tronos  vómitos repetitivos y burdos que atacaban directamente a los ciudadanos dejándoles siempre un lugar secundario que la Derecha de este país no dudo en apoyar. Mi lucha fue preguntarme a diario cuál era el asunto amargo de la  vida de los  otros, cuál era el daño que se creía se estaba haciendo a una nación si su mismo problema está relacionado con fingir ser para no ser y ser para fingir lo contrario.
Hoy ganamos, pero en particular han ganado mis hijos que en el mañana recordarán que su padre caminaba por la sala haciendo círculos presurosos o lentos con el afán de cumplir lo que nos había prometido. Mañana mis hijos se casarán o no, irán a bodas o no, pero siempre recordarán el repiqueteo de esos “tacones cercanos” arropándonos la vida de esperanzas.
Ganamos.

Comentarios

  1. mi querida Machi,hemos compartido tantos breves e importantes momentos que tus palabras ,creo no necesitan un solo aplauso mío, vos y yo sabemos que nos aplaudimos siempre con el corazón, solo me resta decirte como hace años me escribió mi hermano:"no cambies nunca so pena de trampearte la vida".
    No cambié y me resultó,te augoro un final como el mío en que puedas decir simplemente he sido feliz, porque he sido auténtica. Te amo michiblue

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El Armario

Yo perreo sola