Escenas de un Leopoldo y un Hugo presos




Recuestas la espalda en las rejas de la celda y duele, tratas de apoyar la espalda en la pared y el hueso que sostiene la columna se tensa más, te oprime los gluteos, has pasado meses en la cárcel sorteando toda clase de posturas para el cuerpo y la mente, no te rindes, pruebas acostarte boca arriba en el piso poroso de cemento que huele a polvo y orines. Te enderezas, te levantas, quieres volar, salir por cualquier hoyo, por cualquier gota de agua o de sudor que se deslice por la rendija de la regadera, aunque a veces se hace un charco que se pudre con los restos corporales de todos los presos. Todos los días ansías tener sexo en una cama cómoda pero es tan violenta la vida dentro de tu cabeza que ya te has resignado a negarte imágenes provocativas. Lo único que te mueve es la "salida", la próxima batalla política, abrazar a tus hijos que a veces sientes es todo tu pueblo, quieres escribir la historia de Venezuela que muchos esperan afuera cuando te gritan "libertad",  solo quieres llenar de sentido todo este dolor, todos los errores, los aciertos, responder a quienes han decidido ciegamente abrirte las puertas del paraíso "democrático". 

Te hincas, lloras, rezas, sufres, gritas, te debilitas y fortaleces, armas estrategias, confías en todo y en nada. El que te pasa la comida te trae mensajes que solo él cree que te importan, hace un compendio de noticias falsas que circulan todos los días de todos los bandos y te las resume, esperas a que llegue el que realmente te da razón del pueblo y de tus aliados aunque tienes televisión, libros, papel, máquina de escribir y muchos lapiceros para marcar de recuerdos tu paso heroico por la cárcel, todo tiene un precio y un deber. La rutina es realmente desoladora, quisieras estar afuera para que tus compañeros de "ideología" no metan más la pata. Quien habla por ti en las calles se equivoca en los tonos, en los adjetivos, en los argumentos y en el plan que acordaron en la ultima visita. Las tantas veces que piensas que vuelas fantaseas con que te paras encima del emisario y lo corriges en silencio para que no siga poblando de contradicciones la guerra y equivocando el paso en la batalla. 

Ilustración: María Ghersi Picón


Eres el líder y estás preso. Eres el líder y no tienes voz aunque de vez en cuando se ponen todos de acuerdo para que mandes mensajes al país en video o en audio, tienes esas y más concesiones, sin embargo la cárcel duele, lo hemos visto quienes te seguimos, ahora enfocas la pupila distinto, hay algo extraño en cómo mueves los ojos,  en cómo dialogan tus manos con tu cuerpo. Antes eras más ágil, no parpadeabas tanto, a veces creemos que las palizas que dicen que recibiste no eran tan graves y otras veces te imaginamos escupiendo sangre y dientes por nosotros porque estás luchando por Venezuela entera y las pasiones se nos agobian, se nos agrandan, pero también nos matan.

Estamos todos muertos, todos vivos, tenemos otra cárcel, a veces huele a la basura del camión que no pasa nunca y a veces huele a gas lacrimógeno. Nuestra cárcel es cómoda y distinta o quizás es peor que la tuya pues algunos notamos que hasta tienes camarógrafos privados y diseñadores de imagen en las calles aledañas a tu prisión. Sabemos que alguien escribe tu biografía fantástica y toma nota de cada detalle. Estamos en la cárcel del cansancio esperando por ti.  

De repente sales. Te indultan. Celebramos en silencio. Te sacan por la noche de tu "calvario". Proceso legal histórico, casi increíble. Ya no se entienden ni las causales ni los causantes de todo. Algunos como yo sentimos un vacío enorme, no sabemos si celebrar o llorar. 

Súbita libertad en tiempos revueltos.

Te diriges al pueblo sentidamente, convocas a la insurrección, a la calle, a no rendirse,  y en días la campaña heroica cambia a campaña electoral, se muere en el rumbo, te la estás jugando, lo sabemos, sin embargo todo se confunde con bolívares y dólares, todos inventan y reinventan tu historia, hasta los tuyos, todo reposa en la contradicción.

Eres Leopoldo, eres Hugo.




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