Hablar del matrimonio entre personas del mismo sexo teniendo en casa al impulsor de la Ley sabe a ego y delirio, pero me voy a permitir desahogar lo que fuera para mi un camino poblado de sinsabores y aciertos que de alguna manera hoy han vertido en su fuente lo propio. Lejos de abanderar causas y de ser “activista”, debo decir que es con este proceso con el que me convierto en “Ciudadana”, ciudadana del mundo. Recorrieron por mis venas sentidos y razones que afirmaban lo que siempre creí sin siquiera planteármelo. Esa fue mi bandera, si así se le puede llamar. Una bandera que rayó en lo ingenuo, en lo poco preparada que estaba para ver correr la sangre en un tema que los míos, desde muy niña, sin antesalas ni laberintos, sin remilgos ni exageraciones, sin tonos fuertes ni bajos me conversaron como quien habla del pasar de un cometa. Dejaron espontáneamente en el pensamiento de esa niña un concepto sin nombre, llen...
Algunas mujeres medimos mal, calculamos mal, esperamos que desde la infinitud del cielo hasta la tierra, donde se mezcla la sangre de quienes fueron violentadas y asesinadas con el polvo, todo se trate de salvarlas, de curarlas y cuidarlas. Pensamos mal, ponemos todos los huevos de un país en una sola gallina y sin duda somos ingenuas y hasta soñadoras. Pretendemos que se analicen los datos y se reparen los daños de una buena vez, que se tome en cuenta cada grito, cada uña partida suplicando a una pared que se abra y se convierta en libertad, que cada planta arrancada de raíz por dos manos desesperadas tengan respuesta y que cada madre tenga en sus brazos un consuelo, una evidencia, una muestra de algo que una vez tuvo vida. Los consuelos son tan infinitos como ese cielo que imaginamos que todas miran pidiendo clemencia. Pueden ser huesos rotos, pedazos de tela podridos, aretes oxidados, dedos entumecidos, un ojo que lloró mucho antes de ser arrancado, una cadena que tuvo que romperse ...
Revista Esferas Universidad de Nueva York Esferas Issue Eight - Spring 2018 Convivir en espacios precarios es, por decir lo menos, una forma de vida en América Latina. Una especie de cultura de la precariedad nos sorprende pero nos define y nos persigue dentro de un mecanismo en que las ciudades son sometidas a presiones y experiencias que conducen al ciudadano a una existencia frágil, sin presente ni futuro. Es así como el ciudadano común reaprende cada tanto a ver lo precario como autóctono, la miseria como modo de vida y las ciudades como magníficas generadoras de resistencia y arte de la sobrevivencia. La memoria colectiva se unifica en una solidaridad frágil y se identifica como una nada que muchas veces se confunde con folclore y una alegría evasiva que es la clave para sobrevivir. Una ceguera nos inunda cuando somos capaces de tomar un café en un lujoso centro comercial que se sostiene contra las paredes de una vecindad a punto de ...
Comentarios
Publicar un comentario