Construir un armario no es tarea fácil. Hay que prediseñarlo y hacer el proyecto mediante miles de técnicas de construcción civil y legal, se le confiere una arquitectura incierta aunque haya sido muy estudiada, adquiere formas abstractas y se levanta en cimientos poco creíbles. Es un armario fabricado a través de todas las posibilidades pero en él solo caben unas cuantas monedas que expulsadas al azar develan una vida entera de apuestas perdidas y de incongruentes caminos que piden auxilio. En él solo caben algunos abrigos que tapan curvas o que destacan poses que no hay. En él caben apenas algunas bufandas para tapar el cuello que los gritos y el viento han hecho pasar a su dueño que pierde la voz de vez en cuando de tanto gritar. En él también caben algunos cinturones viejos que hacen recordar culpas y castigos innecesarios. Camisetas viejas con sudores inolvidables. Fotos sin nombre de brazos y piernas, mentones, y ojos recortados. Triste pena va sintiendo su habitante que por m
Hablar del matrimonio entre personas del mismo sexo teniendo en casa al impulsor de la Ley sabe a ego y delirio, pero me voy a permitir desahogar lo que fuera para mi un camino poblado de sinsabores y aciertos que de alguna manera hoy han vertido en su fuente lo propio. Lejos de abanderar causas y de ser “activista”, debo decir que es con este proceso con el que me convierto en “Ciudadana”, ciudadana del mundo. Recorrieron por mis venas sentidos y razones que afirmaban lo que siempre creí sin siquiera planteármelo. Esa fue mi bandera, si así se le puede llamar. Una bandera que rayó en lo ingenuo, en lo poco preparada que estaba para ver correr la sangre en un tema que los míos, desde muy niña, sin antesalas ni laberintos, sin remilgos ni exageraciones, sin tonos fuertes ni bajos me conversaron como quien habla del pasar de un cometa. Dejaron espontáneamente en el pensamiento de esa niña un concepto sin nombre, lleno de significado, lleno de riquezas, espontáneo,
Perreo: El origen del término está vinculado a los movimientos que realizan los perros durante el apareamiento. Uno de los temores más grandes que una tiene, es convertirse en defensora de causas o iniciativas que terminen siendo absurdas, pero a todos nos pasa una o cien veces. Eso me transporta a un sonido que siempre ha estado repicando en mi cabeza. Casi nunca lo omito, porque viene acompañado de un bellísimo recuerdo en el que mi madre sujetando el periódico dice, casi en un murmullo, con su cabeza tierna de medio lado, una frase que repetía mucho: “Hay que tomar posturas en la vida”. Con esa voz que para mi era dulce y también mandante he tratado de ver el mundo, con ese tono, esa melodía; sabiendo que no siempre se puede ser congruente con todas las palabras que una vez dijimos, pero estudiar los matices en uno mismo es más útil que azotarnos moralmente sin llegar a ningún lugar que produzca transformaciones reales. Trato de tomar argumentos a través de la música, pues se cr
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